Bajo mi «punto de mira»

Bajo mi «punto de mira»

 

Hace unos  días, charlaba por teléfono con un gestor cinegético, gran amigo mío, como muchas de las veces que hablamos.

Pero esta vez, nuestra conversación me hace reflexionar y me abordan las míticas preguntas , ¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos? y ¿A dónde vamos?.

Desde el principio de mis tiempos cinegéticos  he sentido la caza como una forma de vida. Desde mi niñez, siempre acompañado de familiares y amigos en mis jornadas, aprendiendo no solo a disparar, conocer las querencias de las distintas especies y un largo etcétera… si no a respetar y a querer por encima de todo a “todo” (permítanme la redundancia) lo que la palabra CAZA representa.

Los valores humanos y camaradería con los que me hicieron crecer, son hoy, un referente constante, llevando a la práctica lo “mamado” en muchas fases de mi vida.

De esta manera queda contestada mi primera pregunta, ¿Quiénes somos?

Vengas del campo o de la ciudad, de alta, media o de la más modesta alcurnia, podrán cambiar las formas (para mí, todas válidas y respetables) de practicarla, armas, equipos, cantidad y calidad, etc… pero jamás los valores con los que crecimos.

Los que la amamos, intentamos trasmitir con el mismo cariño y dedicación a las nuevas generaciones.

Podría extenderme más y escribir diez mil líneas sin cansarme, pero con este breve resumen creo que dejo contestada la segunda pregunta, ¿De donde venimos?

Por eso cada día de jornada, una vez pasadas las emociones y el disfrute, analizando hasta el “sexo de los ángeles” es cuando me planteo ¿A dónde vamos?.

Hoy en día y cada vez con más y más trabas por parte de varios sectores (de los cuales en este artículo no pienso hablar), haciéndonos zancadillas tanto en las instituciones como en el propio campo, quiero hacer un poco de autocrítica en el tema del quiero tocar, el negocio que hay tras ella y fundamentalmente nuestras reacciones ante él.

La mayoría estamos hartos de intrusos, aprovechados y estafadores de los muchos que siempre han existido, existen y desgraciadamente nunca dejarán de existir en nuestro sector. El que más y el que menos hemos tenido alguna experiencia con este tipo de personajes.

Las malas praxis de estos, son la lacra con las que la mayoría de organizadores y gestores cinegéticos tienen que luchar año tras año.

Pero…

¿Sabemos el tiempo que lleva y conlleva ganarse el respeto y admiración de una orgánica por parte de los cazadores (sus clientes)?

¿Nos hemos parado a pensar todo el trabajo, dedicación y dinero que lleva preparar una montería, un ojeo o una “simple” cacería?.

Por eso y bajo mi humilde “punto de mira”, me cuesta entender algunas de las críticas injustificadas que a veces vertimos (hago “hincapié”, siempre y cuando no sea una clara estafa) hacia ellos y me explico;

No entiendo que en algunos casos, pidamos que en una finca abierta se abatan 180 piezas y si no es así tratarlo de estafa.

No entiendo que en algunos casos, exijamos que en una finca cerrada, me garanticen el cupo si así no se ha pactado previamente.

No entiendo que en algunos casos, tiremos a todo lo que se mueva sin importarnos ni preocuparnos que es lo que viene detrás o si con ello ponemos en peligro a alguien o el propio desarrollo de la cacería.

No entiendo el… “como he pagado tengo que tirar SI o SI”.

No entiendo el… “tiro porque he pagado”.

No entiendo el… “es que toda mi armada, no ha tirado”.

Estos son un mínimo ejemplo de las muchas barbaridades que alguna vez cualquier CAZADOR hemos podido escuchar en alguna junta o en cualquier tertulia de bar tomando unas cañas. Parecen ejemplos banales y superficiales los arriba descritos pero ocurren señores, ocurren.

La CAZA es CAZA y esto no es una ciencia exacta. !!!

Como todo en la vida, existe la relación calidad-precio y en el mundo de la caza no iba a ser menos. Evidentemente no todos los casos son iguales y a la hora de hacer juicio de valores, deberíamos tener en cuenta el conjunto y situación de cada cacería en particular para así, poder valorar en consecuencia.

Lo cierto es que con muy poquito, podemos echar a perder todo el trabajo y esfuerzo del que antes hablábamos.

A buen entendedor, pocas palabras bastan…

David López

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